La historia de cómo llegamos a este bar es bastante divertida. La noche antes del terremoto, habíamos ido a Xampanyet, un pub en la calle Gral. Salvo en Providencia. Ojo que al minuto no sabíamos como se llamaba, y tiene un gran Rinoceronte de metal a la entrada. Salvo por el excesivo humo de cigarro, fue una velada agradable y la variedad de tragos es enorme, y vienen servidos como corresponde. Principal punto en contra: no manejan redcompra (y aparentemente ocurren terremotos cuando te vas).
Varios meses después, en groupon.cl salió un descuento en lo que creíamos que era este mismo bar, y lo compramos. Cuando quisimos ir, reservamos una mesa al teléfono señalado en el cupón, y partimos. Llegando al lugar nos dijeron que no tenían terraza -que es lo que habíamos pedido- lo que nos pareció un poco extraño, pero en fin, nos sentamos, comimos, tomamos, y a la hora de pagar descubrimos que el descuento era para, según la mesera, “el otro bar”, en General Flores, no Salvo, que usa el mismo logotipo y aparentemente es del mismo dueño. Así es que pagamos la cuenta que pensábamos que dábamos por cubierta por Groupon, y quedamos en ir al real Rhinobar otro día.
Ahora sobre lo que nos convoca. Amplia terraza, emplazada en la esquina de Gral. Flores con Pérez Valenzuela, agradable barrio, con bastante gente rara que pasa por fuera para entretenerse “pelándola”. Es prácticamente la misma carta que el otro bar, pero tienen 3 diferencias importantes: hay estacionamiento mucho más fácil y no pagado, amplia terraza (a nivel de calle y otra en el techo del bar) y tienen redcompra.
Puntos en contra: servicio que variaba entre desinteresado y completamente distraído. Para cualquier cosa que necesitábamos, había que hacer un esfuerzo para encontrar al mesero. Alex pidió una cerveza artesanal que le gustó mucho, y un sándwich de lomo a la mostaza, sorprendentemente sabroso, pero desafortunadamente acompañado con papas lay’s. Martina pidió sushi, un roll California cheese, que pese a que estaba rico, el arroz estaba graneado (no pegote como debe estar, cuando lo lavan exhaustivamente) y no era de sushi, sino que de grano largo. Después invertimos roles: Alex pidió un Metropolitan (un Cosmopolitan que en vez de jugo de limón tenía jugo de pomelo), y Martina una piscola ENORME (Alto de 40° con cocalight, en un vaso como de medio litro). El trago de Alex estaba muy rico pero le faltó vodka, más parecía un jugo con un toque de alcohol.
Volvería, pero bajo condición que cambiaran o entrenaran a los meseros.
Dirección: General Flores 229, Providencia
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