miércoles, 19 de enero de 2011

Enjoy del Mar

El domingo nos tocó nublado el día, así es que fuimos al cine y después al Enjoy del Mar para comer un almuerzo tardío. El lugar en sí ofrece inmejorable vista del mar y la bahía, y un buen ambiente, casi como para olvidar que está literalmente encima de los estacionadores de autos y de la muy mal tenida avenida Perú, con sus olorcillos no muy fascinantes.

El domingo hay un menú de brunch que es un estilo buffet, parecía tener buena variedad y buen valor por el dinero. Sin embargo decidimos pedir de la carta, porque no teníamos ánimo para estarnos parando a buscar todo, y de todas maneras no tenía sentido para Martina ya que hubiese comido solo las ensaladas y quizás un postre. Este menú se sirve de 12 a 17 hrs., y Alex opina que desde lo lejos se ve bastante tentador.

Pasemos al plato principal. Pedimos 2 cervezas; Alex pidió un filete en punto medio con un acompañamiento sazonado al azafrán ($ 8.500). El filete realmente minúsculo venía sobre cocido, y en total resultó bastante decepcionante. Martina pidió un sándwich Siciliano ($ 4.900), cambiando queso de cabra por queso mozzarella, petición a la cual accedieron con alacridad. El sándwich venía caliente y con tomates secos, berenjenas, y un dip de berenjenas marinadas que estaba muy rico en total. Recomendable.

En general nos dejó satisfechos la atención, rápida y amable. La gran sorpresa que nos llevamos fueron las cervezas: una Corona y una Austral, cada una por $ 2900, lo que nos pareció solo un poco descarado dado que no era congruente con el resto de los precios.

Volveríamos, pero probablemente Alex iría por el menú brunch, y seguramente no pediríamos cervezas.

Dirección: Av. Perú 100, Viña del Mar

Rhinobar

La historia de cómo llegamos a este bar es bastante divertida. La noche antes del terremoto, habíamos ido a Xampanyet, un pub en la calle Gral. Salvo en Providencia. Ojo que al minuto no sabíamos como se llamaba, y tiene un gran Rinoceronte de metal a la entrada. Salvo por el excesivo humo de cigarro, fue una velada agradable y la variedad de tragos es enorme, y vienen servidos como corresponde. Principal punto en contra: no manejan redcompra (y aparentemente ocurren terremotos cuando te vas).

Varios meses después, en groupon.cl salió un descuento en lo que creíamos que era este mismo bar, y lo compramos. Cuando quisimos ir, reservamos una mesa al teléfono señalado en el cupón, y partimos. Llegando al lugar nos dijeron que no tenían terraza -que es lo que habíamos pedido- lo que nos pareció un poco extraño, pero en fin, nos sentamos, comimos, tomamos, y a la hora de pagar descubrimos que el descuento era para, según la mesera, “el otro bar”, en General Flores, no Salvo, que usa el mismo logotipo y aparentemente es del mismo dueño. Así es que pagamos la cuenta que pensábamos que dábamos por cubierta por Groupon, y quedamos en ir al real Rhinobar otro día.

Ahora sobre lo que nos convoca. Amplia terraza, emplazada en la esquina de Gral. Flores con Pérez Valenzuela, agradable barrio, con bastante gente rara que pasa por fuera para entretenerse “pelándola”. Es prácticamente la misma carta que el otro bar, pero tienen 3 diferencias importantes: hay estacionamiento mucho más fácil y no pagado, amplia terraza (a nivel de calle y otra en el techo del bar) y tienen redcompra.

Puntos en contra: servicio que variaba entre desinteresado y completamente distraído. Para cualquier cosa que necesitábamos, había que hacer un esfuerzo para encontrar al mesero. Alex pidió una cerveza artesanal que le gustó mucho, y un sándwich de lomo a la mostaza, sorprendentemente sabroso, pero desafortunadamente acompañado con papas lay’s. Martina pidió sushi, un roll California cheese, que pese a que estaba rico, el arroz estaba graneado (no pegote como debe estar, cuando lo lavan exhaustivamente) y no era de sushi, sino que de grano largo. Después invertimos roles: Alex pidió un Metropolitan (un Cosmopolitan que en vez de jugo de limón tenía jugo de pomelo), y Martina una piscola ENORME (Alto de 40° con cocalight, en un vaso como de medio litro). El trago de Alex estaba muy rico pero le faltó vodka, más parecía un jugo con un toque de alcohol.

Volvería, pero bajo condición que cambiaran o entrenaran a los meseros.

Dirección: General Flores 229, Providencia

domingo, 2 de enero de 2011

Pinch of Pancho

Este es uno de los 2 restoranes que conocemos de Pancho Toro. Conocimos hace algún tiempo Nolita, que nos parece una opción muy agradable para compartir en pareja, si bien el ambiente no es de lo más movido.
Nos entusiasmó conocer la propuesta "más casual", Pinch of Pancho, y tuvimos una agradable cena un día de semana hace algunos meses. Luego decidimos repetir el plato para una pequeña celebración en familia la noche de la graduación de Alex.
La carta es muy variada, en general enfocada a una mezcla entre comida estadounidense tradicional y comida Creole (algo así como cocina americana-francesa de New Orleans).
Esta última vez partimos con un enorme plato de distintos mariscos apanados y fritos, y un sauvignon blanc que ya se nos olvidó cuál es, pero recomendado por el mismo mesero que nos había recomendó el William Cole, por lo que seguramente tiene buen gusto, y efectivamente fue un buen vino. Los mariscos, abundantes y sabrosos, y el plato bien caliente.
Martina se pidió una ensalada que no falla: choclo, tomate y palta, todas las verduras frescas y bien presentadas.
De fondo pedimos un lomo philadelphia -una bomba de colesteros de carne de vacuno y queso, con papas fritas- y un salteado de tofu con porotos negros, arroz y pebre, que estaba DELICIOSO, y consistente, ya que la vez anterior pedí lo mismo y estaba igual de rico.
La otra comensal pidió un osobuco estofado al vino blanco, que Alex pudo probar al otro día -ya que hay que decir que los platos son ENORMES, y es muy probable que tengan que pedir para llevar la mitad-, estaba en su punto y de un sabor muy delicado y particular.
Compartimos un mousse de chocolate, suave, no excesivamente dulce, otro acierto.
En resumen, muy recomendado, definitivamente volveremos a ir.

Dirección: General del Canto 45, Providencia.

Raúl Correa & Familia, Parque Arauco

Hoy decidimos utilizar un cupón que teníamos dando vueltas hace mucho tiempo en Raúl Correa & Familia del Parque Arauco. No habíamos ido antes, pero conocíamos el local de Avenida Las Condes.
Nos arriesgamos llendo a las 13:00 hrs., pues es por orden de llegada los domingos, pero nos encontramos con la agradable sorpresa que no tuvimos que esperar por una mesa. Después de sentados, no nos dieron mucha bola, incluso Alex llegó a preguntarse si nos habíamos vuelto invisibles.
Después de revisar las cartas decidimos pedir el maridaje. Nuestra experiencia con esta opción en el otro local es que representa un buen valor por el dinero ($11.900 por persona), sin quitar algunos peros, como tener que insistir por el vino que corresponde para cada plato, ya que es común que: ó se olvidan de traer la copa que corresponde, ó bien, traen una copa de otra cepa que lo sugerido en la carta.
No fue distinto en este local; después de pedir el menú completo, nos trajeron pisco sour de aceptable calidad. En seguida, cebiche de reineta, que estaba bastante bueno, con una copa de Sauvignos Blanc Doña Dominga, nada especial, pero a la temperatura correcta.
Luego, vino la sopa de cebolla, bastante destacable, muy caliente como debe ser, pero, ya tuvimos que insistir por la siguiente copa de vino, que nunca llegó. Lo que tampoco llegó, fue el sorbete de limón, para "limpiar el paladar" entre plato y plato.
Junto con el plato de fondo -plateada con puré de garbanzos, apenas tibio; y crêpe de verduras con salsa al pesto, también tibio, pero ambos ricos-, después de insistir, llegó el vino, por supuesto, no de la cepa correcta, pero un carmenere Viu Manent, que no dejaba nada que desear.

Finalmente, el postre simplemente un desastre: un café muy cargado, y el otro, más agüado que melón de invierno; un pie de limón que tenía todo que envidiar al del Supermercado Líder -ya que estoy segura que ponen ALGO de limón natural en ese (según Alex tenía sabor a desengrasante Glassex esencia limón)-, y un "tronco de chocolate" -un fracasado intento de brazo de reina versión chocolate- tan seco que galletas de chuño añejas parecen tiramisú al lado de él.
Veredicto: no un éxito total, y por lo general las mismas falencias que en Av. Las Condes, por lo que recomendamos este último, ya que es más bonito y nunca tuvimos un problema con el postre.

Pasta e Vino: lo bueno viene en plato chico

Pasta e Vino: lo bueno viene en plato chico
Cuando para una ocasión especial Alex me invitó a la recién inaugurada versión santiaguina de este exclusivo restaurant de Valparaíso, estaba muy entusiasmada, ya que después de varios intentos en distintas oportunidades nunca pude encontrar una reserva para su sede porteña. Y no me decepcionó en lo absoluto.
El restaurant se ubica en la planta baja del hotel boutique "The Aubrey" del barrio Bellavista -que por lo demás tiene una decoración preciosa-, y todo el interior es no-fumador. Para aquéllos que quieran echar humo, pueden sentarse afuera donde hay calefactores de exterior, pero definitivamente no lo recomiendo para los meses fríos, ya que hay mucha ventilación para que se logre una temperatura agradable.
La carta es bastante corta, pero suficiente. El menú tiene sólo una página.
Yo pedí los gnoccis de choclo que venían con tomates cherry, oliva y albahaca. DE-LI-CIO-SOS. La porción, como me imagino asumieron por el título, es pequeña, por lo que es importante pedir una entrada por persona, en vez de compartir una como usualmente lo hacen las parejas.
Alex comió fetuccini con tinta de calamares, con una salsa de mariscos surtidos, que me dijo estaban muy ricos.
Los precios de los platos van alrededor de los $7.000 y las entradas unos $5.000. Los aperitivos son de precio promedio, y sobre el vino no puedo decir nada porque cuando fuimos todavía no tenían cava, así es que pedimos por copas.
En fin, 100% recomendado. Eso sí, hagan reservaciones con anticipación, si no lo más probable es que se les agüe el panorama.
Tengo una sola crítica: uno de los meseros -vestidos completamente de negro- estaba usando zapatillas! y ni siquiera negras! sino que de un blanco sucio como si hubiese llegado de hacer skate en el parque de los reyes. INACEPTABLE! Pero se los perdono, porque el resto estaba impecable.

Dirección: Constitución 317, Barrio Bellavista

Mestizo

Anoche fuimos al Mestizo. Por la cantidad de veces que he ido podría decir que es de mis preferidos. El único problema es que no se por qué pero el interior es lo más ruidoso que he visto en mi vida! se parece a un food court. En fin, como siempre está lleno, y no aceptan reservas después de las 20.30, nos sentaron al medio, bastante poco agradable, conversar era más difícil que en la feria.
Pedimos un cambio de mesa altiro y mucho mejor.
Como siempre, la atención impecable y todo llegó con excelente timing. Pedimos, junto con el pisco sour -que es uno de los mejores de Stgo.- una degustación de empanadas, así yo me comía la vegetariana y Alex las otras dos (mariscos y carne). Luego pedí la pasta rellena de ricotta y espinacas, que acompañan con tomate, oliva y bastante queso parmesano -no me quejo-. Súper bueno.
Ahora lo malo: parece ser una constante su problema con la sal. Si no es mucho -como cuando hace un tiempo pedí una tortilla española que estaba incomestible-, es poco -como con la pasta de anoche (más facil de solucionar agregándole uno mismo)-. Pero de todas maneras, no es agradable, sobretodo que no sea un errorcito aislado.
Esta vez, como no queríamos tomar mucho, no pedimos botella sino dos copas de sauvignon blanc casas del bosque. Lo hubiera preferido más frío, pero al fin, no se puede exigir mucho cuando pides copas -al menos en mi experiencia-.
Los precios de los platos varían entre 4500 y 12000, y las entradas de 4000 a 10000.
Ah, y algo más, nunca he podido llegar al postre, pero me intrigan las versiones criollas, como sopaipillas pasadas. Si piden alguna vez, cuéntenme cómo les va, ya que no me imagino una versión gourmet de estos clásicos chilenos.

Dirección: Av. Bicentenario 4050, Vitacura