sábado, 12 de febrero de 2011

Viña Casas del Bosque

Fuimos a aprovechar de un fin de semana soleado en el valle de Casablanca. Llegando al hotel, nos informaron que una opción para almorzar ese día era el restaurante de Casas del Bosque. Como fanáticos de esta viña, decidimos partir. Después de algunos pasos falsos navegando por Casablanca (ciudad de), llegamos a la viña, dándonos cuenta de que la señalización estaba ok y no había porqué perdernos tanto.

Llegando al imponente portón de la viña, piden registrar el país de origen y datos personales. Después hay una dramática entrada entremedio de las vides para llegar a un edificio con terrazas sombreadas alrededor en medio de una inmensa viña, sin más ruido que el viento entre las parras. Pasamos a una sala grande, donde pudimos pedir un aperitivo. Tomé una copa de Sauvignon blanc de la casa, un vino que conozco bien y que lució como siempre. Martina pidió el “trago de la casa”, una especie de sauvignon blanc sour muy bien logrado. Después de una espera corta, unos 10 minutos, pudimos pasar a la mesa. Logramos sentarnos afuera, cerca de la entrada, a la sombra, y con una vista panorámica de las plantaciones.

Pedimos una tabla que incluía unas empanadas de hojaldre de queso y cebollín, buenísimas, de masa liviana, que solamente podrían haberse mejorado si hubiesen llegado más calientes. Los camarones con mayonesa a la maracuyá también muy buenos, realmente una sorpresa. También presentes en la tabla un ceviche de pescado regular (salado y a la vez desabrid) y uno de machas un tanto duras pero con buen sabor. Finalmente pulpo sazonado con jengibre y cilantro fresco y bien ablandado. Fue una presentación no del total exitosa, pero con algunos puntos muy fuertes que serían de fácil mejora.

De plato principal, pedí un mero acompañado por pastelera de choclo con tomates cherry. La Martina se encargó de la pastelera, que según ella estaba espectacular, la mejor que ha probado. El pescado simplemente increíble, fresco, de cocción perfecta y muy bien acompañado por la pastelero por lo demás. Una revelación. De postre, un dúo de panacota de chocolate y suspiro limeño delicioso, dulce pero sin hostigar y de sabor sutil. Además el suspiro estaba bien cuajado, lo que no logran usualmente en este postre, siendo muy líquido en la mayoría de los lugares. Durante toda la comida, se observó un mesero y un servicio atento y preocupado; que circulaba con regularidad para servir el delicioso Sauvignon blanc Casas del Bosque que elegimos.


En total, una comida muy grata. Para resumir, ingredientes de calidad, bien cocidos y bien servidas, que sacan partido a los vinos consistentemente buenos de esta viña. Considerando la cercanía a Santiago, un paseo bastante recomendable para salir de lo usual y detenerse a disfrutar de una comida buena en un entorno relajado y armónico.

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